Aceite
Al freír los alimentos, es importante evitar que el aceite se queme, ya que la descomposición provocada por las altas temperaturas produce dioxinas, un tipo de sustancias químicas muy perjudiciales para el organismo.

Aceite de girasol
Para comprobar que un aceite es realmente de girasol, introduce en un vaso dos cucharadas de aceite y añade dos gotas de agua oxigenada. Si es de girasol, adquirirá una tonalidad rosa. Si se vuelve rojo vivo, el aceite es de sésamo y si el color es gris, se trata de aceite de cacahuete.

 Aceite sin olor

Para eliminar el olor demasiado evidente del aceite de oliva, puedes añadir al aceite cuando se está calentando, una cascara de limón. De esta forma, conseguirás que el alimento conserve su propio sabor.

 Ajos

Para que los ajos que acabamos de comprar se conserven, es preciso guardarlos en un lugar fresco y seco, convenientemente ventilado pero al resguardo de la luz para evitar que germinen. Si se guardan así, los ajos nos duraran un mínimo de 20 días en perfectas condiciones.
Para que el ajo no repita, córtalo a la mitad y quita la semilla antes utilizarlo.
Si en vuestra casa os gusta el aroma que da el ajo pero no soportáis su sabor o los problemas digestivos que a veces produce, utilízalo de esta forma: al saltear un guiso o unas verduras, pincha el diente de ajo con un tenedor y remueve el plato así.
 Albóndigas 

Si quieres que las albóndigas que vas a preparar queden mucho más jugosas que de costumbre, cuece una patata, aplástala hasta conseguir un puré y mézclala bien con la carne picada ya aromatizada. ¡Veras que sabor tan rico!



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